Una corta pero profunda reflexión
Cuando volvió, otra vez los encontró dormidos, porque se les cerraban los ojos de sueño. Así que los dejó y se retiró a orar por tercera vez, diciendo lo mismo.
Mateo 26:43-44 NVI
En el peor momento en la vida Jesús, fue desilusionado por aquellos que les seguían. Jesús les pidió que lo acompañaran en su dolor y en el proceso por el cual él iba a pasar. Pero ellos no pudieron.
Mientras Jesús era confrontado por la realidad de que el tiempo de morir en la cruz había llegado, sus discípulos se durmieron. En tres ocasiones Jesús regresó a ellos con la esperanza de verlos con la empatía de que estuvieran tan compungidos como el.
El deseaba ser acompañado en su proceso, no solo en los grandes milagros, no solo en las enseñanzas, sino en la soledad y el dolor. ¿No han podido velar conmigo? Wow… Jesús sudando gotas de sangre y sus discípulos durmiendo.
Dice la palabra que Jesús estaba triste y angustiado. Y a sus discípulos se les cerraban los ojos del sueño. Muchos de nosotros sabemos que la angustia quita el sueño. Los discípulos no estaban en el mismo canal ni sintonía que Jesús.
Sino hubiesen sentido el dolor, la carga, la ansiedad, la angustia y no hubiesen podido dormir… Esta realidad se manifiesta en nuestra vida cuando no hay empatía a nuestro dolor, sueños, angustias y preocupaciones.
¿Imaginan a una congregación completa en sintonía con los sueños, planes, angustias y preocupaciones de su pastor? Pero muchas veces el pastor regresa y ellos solo duermen…¡No han podido velar!
¿Imaginan a una familia conpleta sintiendo tu dolor, soledad y angustia? Pero regresamos y solo duermen.
¿Qué hizo Jesús? Enfocarse en lo que le correspondía hacer. Simplemente oróY confío en la voluntad de su Padre. La desilusión es inevitable, pero rendirse no es la opción.
Oremos por que hayan personas que sientan la empatía, entiendan los tiempos y velen.
Pastor Alex Strubbe